Hace siete años se inauguró la estación de Cabrera-Vilassar que acercaba el Aeropuerto a una hora y cinco minutos de nuestras casas. En efecto, un Cercanías directo nos llevaba hasta el Prat desde la playa del Plá sin movernos del tren.
Si es cierto que la mejora de las comunicaciones marcan el ritmo de nuestro tiempo y caminan de la mano de la modernidad, todos los sufridos usuarios de nuestras Rodalíes del Maresme retrocedemos en el túnel del tiempo: lamentablemente, ir hoy al Aeropuerto significa efectuar un trasbordo en Sants, esperar hasta venticinco minutos por el siguiente tren que nos llevará hasta la T2, y realizar un nuevo trasbordo a un autobús para poder llegar a la T1, nueva Terminal internacional que ínfulas de intercontinental que ni siquiera tiene estación de tren porque nadie pensó en su importancia a pesar de que no existe un Aeropuerto en Europa que no disponga de su propio intercambiador con tren incluido.
Total, una hora y treinta y cinco minutos con suerte, donde antes se empleaba algo más de una hora. Pero claro, a nuestros dirigentes no se les caerá la cara de vergüenza por ello, tras los escándalos de la entrada del AVE en Barcelona y de empezar a construir la Estación del AVE de La Sagrera cuando el propio AVE ya estaba en Barcelona. Un ejemplo de previsión.
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